La innovación en las redes de franquicias

Pese a que se suele asociar las franquicias con un modelo de negocio poco innovador, clónico y donde lo importante es seguir un “manual” predeterminado, la realidad es que el éxito de una empresa franquiciadora radica precisamente en haber desarrollado una fórmula de negocio que por ser altamente innovadora, permite replicar dicho modelo en diferentes unidades productivas (las franquicias) que, de este modo, ponen al alcance de los consumidores radicados en diferentes lugares productos o servicios que pueden competir con otros por ser precisamente innovadores y cubrir necesidades desatendidas hasta ese momento de una manera más eficiente, en cuanto a calidad, precio, rapidez, servicio, variedad, etc.

La innovación en el mundo de las franquicias no se refleja tanto en la creación de productos totalmente nuevos, los cuales son más difíciles de introducir en el mercado, y por tanto no pueden presuponer una comercialización exitosa para los franquiciados, siendo ésta la esencia misma de la franquicia, sino que muchas veces esta innovación se traduce en la “re-invención” de productos o servicios de toda la vida, para adaptarlos a las necesidades de una sociedad cambiante, o en la mejora de procesos productivos, de métodos de comercialización, de atención al cliente, etc.

La importancia de estos procesos, conocidos como “know-how” o saber hacer, esenciales para el desarrollo de bienes o servicios más competitivos, ha sido reconocida recientemente por el Parlamento Europeo mediante la Directiva 2016/943, de 8 de junio de 2016, relativa a la protección de los conocimientos técnicos y la información empresarial no divulgados (secretos comerciales) contra su obtención, utilización y revelación ilícitas.

La necesidad de innovar constantemente, deviene –o debiera devenir- consustancial con la naturaleza de la empresa franquiciadora: ésta recibe las cantidades que en concepto de cánones o royalties satisfacen los franquiciados, y estando en cierto modo liberada de las obligaciones de gestión del día a día de los negocios franquiciados (pues éstas recaen en cada franquiciado), puede y debe dedicar una cantidad ingente de recursos humanos y financieros a la gestión de la marca y a la innovación, entendida ésta como la búsqueda constante de la manera de mejorar sus productos o servicios, con el objetivo no sólo de mantenerse en un mercado cambiante, sino también de no defraudar las expectativas de los franquiciados que han apostado por su marca, siendo éstos en numerosas ocasiones pequeños emprendedores que han comprometiendo una parte de su patrimonio personal para abrir la franquicia.

Por otra parte, existe en las redes de franquicias un fenómeno que podríamos llamar como de “innovación inversa”, que se produce cuando son los franquiciados los que aportan al modelo de negocio ideas innovadoras que la central franquiciadora adopta para todo la red, beneficiando en consecuencia tanto al conjunto de franquiciados como a los consumidores a los que éstos sirven. El ejemplo más conocido y antiguo es posiblemente el del “Big Mac” de McDonalds, que fue una invención de un multi-franquiciado de McDonalds en el área de Pittsburg (USA), incluida en todos los menús de los restaurantes de la marca en Estados Unidos un año después de su invención, esto es, en 1968.

Las redes de franquicia emplean a más de 250.000 personas en España, y generan una ventas de más de 26.000 millones de Euros (los datos de 2016 están pendientes de publicarse), gracias a los esfuerzos combinados de grandes, medianas, pequeñas y micro empresas (franquiciadoras, multifranquiciados y franquiciados); se trata pues de un ecosistema empresarial que podríamos calificar de “saludable” para la economías de un país, dado que permite generar empleo, distribuir generosamente las rentas del capital e innovar. 

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